Aprendí que ningún extremo es bueno, ni siquiera en la sinceridad. Me harté del sincericidio, de decir siempre la verdad convencida de que la gente iba a entenderme. No! Sólo uno mismo sabe cómo quiere vivir, no puedo esperar que los demás comprendan.
Lo peor es que de cierta forma esperaba esa misma sinceridad hacia mi, ni siquiera la esperaba, en general ya la daba por sentada, qué ingenua.
Al decir esto parece que me siento sola y decepcionada, y me siento un poco así, pero más que nada, quiero vivir para jugar el juego.
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